Perdiendo también se gana.
Perdoné errores imperdonables. Intenté sustituir personas insustituibles y olvidar personas inolvidables. Me decepcioné de personas que pensé que nunca me decepcionarían. Sonreí cuando no podía. Hice amigos eternos. Lloré oyendo música y viendo fotos. Llame solo para escuchar una voz. Pensé que me moría de tanta tristeza. Tuve miedo de perder a alguien especial. Pero sobreviví y sigo vivo. Aprendí a veces el que arriesga no pierde nada, y que perdiendo también se gana.